Una máquina puede parecer fría, pero la primera expendedora de Galicia de pizza fresca busca conservar la magia de un producto de cuidada receta. Días después de su estreno en Ferrol, uno de sus impulsores, el emprendedor Isaac Rodríguez, asegura a Efe que sus promotores están «muy contentos» por la respuesta inicial del público.
La han colocado en un bajo comercial de la céntrica avenida de Esteiro, el barrio universitario de la urbe naval, pero es la primera parada en su ruta. Señala que se «amasa todos los días» para servir el producto en un local que les «encajaba por la zona y el tamaño».
«Servir todo a veces es complicado, pero hay muy buena acogida; hay mucha gente implicada, somos tres socios», declara. En concreto, tanto el propietario de la pizzería Sinuessa, de Betanzos (A Coruña), y un familiar del pontés, pero esos lazos se extienden al propio establecimiento del que partió la idea y que lideran sus primos.
Rodríguez valora que hay «gente que nos ayuda al montaje de las pizzas o a traerla a Ferrol; al final, somos cuatro o cinco personas que estamos detrás todos los días para servir al público».
Superada la Navidad, en la que afrontaron el debut del proyecto, dice que el «producto está gustando, la gente está viendo que no hay trampa ni cartón». No recurren a «nada congelado», todo a base de «productos frescos, la máquina simplemente hornea y tal cual».
Eso sí, hay una segunda opción, que quien lo desee la puede «hacer en su casa más tarde», alternativa que ve como «muy interesante, la cojo ahora y la como más tarde». Hasta hay truco en este caso, recomiendan «5 o 7 minutos» y estará lista, pero se le puede dar «el punto» que cada uno quiera.
Este emprendedor, ingeniero industrial, se dedicaba «a otras cosas», pero junto a sus allegados vio la máquina, les «pareció muy interesante y surgió».
Con el aval de Sinuessa, reconocida tanto por sus pizzas como por su maestría con la clásica tortilla de Betanzos, han dado el salto de «un restaurante más tradicional a otro concepto».
Rodríguez no lo dudó, «nos interesaba que a la fundadora le gustara cómo quedaba la pizza», no querían adulterar su aplaudida presentación. «La dimos a probar a unos compañeros de Burgos que llevan un tiempo con ella, nos dejaron probar nuestra masa en su máquina y se mantenía la calidad», afirma.
Por ahora, estas máquinas «son poquitas» en España y la de Ferrol ha sido la número 14, la última «hasta hace poco». Incide en que el país «es grande y hay pocas máquinas», hecho que atribuye a que se está «vendiendo pizza fresca y si no quieres engañar a la gente hay muchísimo trabajo detrás».
Sin ir más lejos, un «transporte complicado» para almacenar todos los ingredientes y que la carta al completo esté disponible.
«No hay muchas porque es mucho trabajo», apunta Isaac Rodríguez, que sonríe cuando se le pregunta por las curiosidades de los transeúntes. Al que se detenga le pueden surgir dudas sobre qué operativo se despliega donde nadie ve el trajín.
Admite que hay «muchos comentarios», como los que cuestionan si hay «gente detrás de la máquina», pero «no hay nada» más que mucha «masa de pizza, mucho trabajo, una nevera y un horno un poco especial» que estrenarán en breve otras localidades gallegas.
Raúl Salgado