Su aspecto no tiene nada que envidiar al de un filete de carne picada convencional, pero su composición, su textura y su precio resultan bien distintos. Acompañada de varias hojas de lechuga, rodajas de tomate fresco y un bollo de pan, la primera hamburguesa de carne cultivada en laboratorio y fabricada a partir de células madre de vaca se ha servido este lunes en Londres.
La investigadora de alimentación austriaca, Hanni Ruetzler, y el escritor gastronómico, Josch Schonwald, asumieron la gran responsabilidad de degustar una hamburguesa creada a partir de 20.000 minúsculas muestras de carne tratadas en laboratorio, a la que se le ha añadido pan rallado, sal, huevo en polvo, así como zumo de remolacha y azufre para colorear el tan poco apetitoso aspecto original de la carne de color blanco.
«Esperaba una textura más suave. El sabor es bastante intenso, pero no es tan jugosa. Es algo muy cercano al de la carne, la consistencia es perfecta, no se desmiga, pero echo de menos sal y pimienta» ha comentado pensativa Ruetzler, mientras rumiaba un bocado de la hamburguesa.
A quien no le ha acabado de convencer el sabor ha sido a Schonwald. «La consistencia y la sensación es la de estar tomando una hamburguesa, pero sabe distinta. Echo de menos la grasa de una original», ha señalado el escritor al que no le hubiera importado degustar este «delicatesen de laboratorio» con un poco de kétchup o alguna otra salsa.
Aunque la carne «in vitro» empleada nunca ha formado parte de un animal vivo completo, sí procede de un animal real, por tanto no tiene nada que ver con las imitaciones o sustitutos de la carne que consumen los vegetarianos y están fabricados a partir de proteínas vegetales como la soja.
La carne empleada en la preparación de la hamburguesa se obtiene a partir de células madre proveniente de los músculos de las vacas descartados en los mataderos, que posteriormente se incuban en un caldo nutriente hasta que se reproduce muchas veces. De ahí nace un tejido pegajoso con la consistencia de un huevo cocido, integrado por 3.000 tiras de carne de laboratorio.
Hay gente que puede pensar que esta forma de producir la carne es una locura, pero tenemos que hacerlo porque la producción de carne a través del ganado no es sostenible, no es buena para el medio ambiente, no va a servir para cubrir la demanda mundial de carne y no es buena para los animales», ha destacado Post.
Quizá el mayor reto ahora pase por lograr abaratar los costes y simplificar el proceso de creación, actualmente de unas seis semanas, para que en un futuro pueda producirse de manera industrial. «Todavía llevará unos 10 o 20 años perfeccionar su desarrollo para implantarse a gran escala, pero esto es una manera de demostrar que se puede hacer» ha sentenciado el investigador.