El verano es una de las estaciones más luminosas del año. Todo buen restaurador debe saber que la luz, ya sea natural o artificial, se puede convertir en un aliado o un enemigo de nuestro negocio. Si somos conscientes de ello, ya tenemos mucho ganado.
Muchos restauradores cometen el error de seleccionar el tipo de iluminación exclusivamente en función de la capacidad de generar ahorro energético de cada tipo de iluminación. Seguir exclusivamente este criterio puede salir caro. La iluminación puede conducir el consumo hacía donde nos interese: hacía la barra, hacía las mesas, hacía una plata, una botella…
De verdad, prueben a dirigir la luz de su establecimiento y verán cómo pueden incrementar el consumo y los ingresos derivados del mismo.
No olviden que, como decía J.W. Von Goethe, “el hombre no está hecho para ver la luz, sino para ver solamente las cosas que la luz ilumina”.