Los ingredientes presentes en la elaboración del pan son los mismos desde hace miles de años: harina, levadura, agua y sal. La levadura es un ser vivo, unicelular y por tanto no visible a simple vista que forma parte de nuestra dieta desde hace más de 5.000 años. Es un ingrediente que puede ser considerado como ?mágico? ya que logra que la masa de pan aumente de tamaño, se impregne de aromas maravillosos y adquiera una textura esponjosa y suave.
Parece ?magia? pero no lo es. Esos efectos son producidos por miles y miles de organismos microscópicos que mediante un proceso bioquímico, la fermentación, hacen que la masa de pan adquiera el volumen, textura y sabor idóneos. Estos microorganismos, de la familia de los hongos, son el producto de la industria biotecnológica más ampliamente utilizado por los seres humanos.
La levadura es responsable de los procesos de fermentación alcohólica, aprovecha los azúcares presentes en la harina del cereal para producir dióxido de carbono, alcohol y diversas moléculas aromáticas. El dióxido de carbono generado, junto con el gluten también presente en la harina del cereal, es responsable del cambio de textura en la masa de pan haciéndola más esponjosa, tierna y suave. El alcohol producido se evapora totalmente, tanto a lo largo del propio proceso de fermentación de la masa de pan como en el proceso de cocción posterior. Por último, las diversas moléculas aromáticas junto con otras sustancias presentes en la harina del cereal y la sal, definen las fascinantes características organolépticas del pan.
Anualmente se producen más de 2 millones de toneladas de levadura de panadería en el mundo. Su papel en la fabricación del pan es irremplazable, tanto por su capacidad para levantar la masa como por su contribución al aroma y al sabor del pan.