Por Facua-Consumidores en Acción
Precios abusivos en productos que no aparecían en la carta, suplementos por usar cubiertos, pedir hielo o que te sirvan la carne muy hecha… FACUA-Consumidores en Acción ha elaborado una lista con los veinticinco abusos que pueden sufrirse en ciertos bares y restaurantes, de los que alerta en las redes sociales con el hashtag #BaresParaNoVolver. La asociación ha recopilado la información en la web FACUA.org/BaresParaNoVolver.
1. Cobran la tapa de ensaladilla como si estuviera hecha con caviar de esturión beluga y la cerveza parece tener cebada cultivada en los jardines del Palacio de Versalles. Los precios son libres. Y tú también lo eres de no volver al local y de contar cómo se pasan, a tus amigos y en las redes sociales. Eso sí, en caso de que te quieran cobrar un pastizal por un producto del que habían ocultado el precio, puedes negarte. En cualquier caso, es necesario que la legislación del sector mejore para obligar a que el menú que se entrega en la mesa o la barra incluya los precios de todos los productos que sirven en el establecimiento. Con la normativa vigente en la actualidad, pueden omitir algunos si exhiben en un lugar visible una lista de precios completa. Si tampoco lo hacen, el incumplimiento de la ley es indiscutible.
2. No aparecen las bebidas en la carta. Y no se trata de que tengan una de vinos aparte. Hay locales donde informan de los precios de lo que se come pero no de lo que se bebe. A veces, es una trampa para cobrarte un disparate por una caña de cerveza o un refresco.
3. Cobran por el pan. Pueden hacerlo, pero sólo si está en la lista de precios. Suelen incluir en la cuenta una cantidad por cada persona que se sienta a la mesa, salvo que indiques que no lo quieres. Por cierto, si especifican que cobran por cada pieza, no descartes que el precio aumente si se acaba y pides más.
4. El aperitivo que no pediste te sale por un ojo de la cara. Salvo que indiques que no lo quieres, es perfectamente legal, siempre que aparezca en la lista de precios. Eso sí, mientras hay establecimientos donde puedes abrir boca con una riquísima y económica degustación de alguno de los platos que aparecen en la carta, en otros te cobran 3 euros por un triste puñado de patatas fritas de bolsa.
5. Los precios que aparecen en la cuenta son un 10% más caros que los de la carta porque había que añadirles el IVA. Está absolutamente prohibido. Y no vale eso de incluir una frase con la advertencia «IVA no incluído» para que se lo sumes tú a cada plato. Has venido a comer, no a hacer sudokus, que con un 10% es fácil, pero como vuelvan a subir el IVA… La ley establece que siempre hay que indicar el precio final completo, por lo que puedes plantear que no pagarás más del importe que habías leído junto a cada plato.
6. En mesa, los precios son más caros que en la barra. Pueden hacerlo, pero únicamente si en la carta desglosan todos los precios. Al igual que con el IVA, no es admisible legalmente limitarse a indicar a pie de página que habrá un porcentaje de incremento por el servicio en mesa.
7. Hay un suplemento si quieres la carne muy hecha. Se ve que hay que compensar de alguna forma el descomunal sobreesfuerzo que representa para el cocinero. ¿Aplicarán un descuento si la pides casi cruda? Obviamente, ni se te ocurra aceptar esa tomadura de pelo.
8. En algunos platos de la carta, en lugar de los precios aparecen las siglas «SM» o «PSM». Ni los platos incluyen un libro de texto ni tienen nada que ver con el Partido Socialista de Madrid. Se refieren a que aplican «precios según mercado». Y como imaginarás a estas alturas, no es legal. Puede ser razonable que cada varios días, o incluso a diario, cambien los precios de carnes, pescados y mariscos frescos en proporción a su oscilación en el mercado, pero eso no les exime de reimprimir la carta o colocar una simple pegatina para actualizar sus importes.
9. Aplican un suplemento por el hielo. Si pides un refresco, resulta tan abusivo como si te cobraran por el vaso. Y cuidado, no vaya a ser que tengan otra tarifa por cada cubito extra. Si se trata de un café, siempre tienen la opción de incluir en la carta el «café con hielo» como un producto distinto. Es bastante cutre pero admisible legalmente.
10. El agua del grifo hay que pagarla. Pues sí, son unos roñosos pero no incumplen la ley… salvo que hayan olvidado incluirlo en la lista de precios.
11. Pides una pastilla para el dolor de cabeza y te la incluyen en la cuenta. No sólo no pueden cobrártela, sino ni tan siquiera dártela. Sólo las farmacias y los centros sanitarios pueden suministrar medicamentos. Si debido a sus contraindicaciones te provoca un problema, el responsable del establecimiento puede meterse en un lío.
12. Pretenden que pagues por entrar en el servicio. Igual la tarifa es más cara si quieres usar jabón o papel higiénico. Tan legal como que tú les cobres por tirar de la cisterna.
13. Hay una carta paralela cuyos precios sólo están en la mente de los camareros. «Además de lo que está en la carta tenemos…». En muchos casos, el complemento directo de esta frase es una eterna lista de platos por los que tienes que volver a preguntar una y otra vez: «¿Qué es lo que dijo entre la urta a la roteña y el solomillo al whisky?», «El decimonoveno montadito, ¿era de melva con pimientos o con alioli?». Si no aparecen ni en la carta que nos entregan en la mesa ni en una lista de precios perfectamente visible en el local, estás en tu derecho de negarte a pagar cantidades que consideres abusivas. Como mucho, puedes ofrecerte a abonar precios que se equiparen a los de otros platos que sí están por escrito. Y si no atienden a razones, tienen las de perder, no sólo porque no les pagues, sino por la multa que puede caerles. Haz una foto del listado de precios para aportarla como prueba si tienes que presentar una denuncia ante la autoridad autonómica de consumo.
14. Existe un «menú del día» del que nadie te informa. Una ley de 1965 obligaba a los restaurantes a ofrecerlo con primer plato, segundo, pan, vino (¡viva!) y postre. La norma está derogada, pero muchísimos locales tienen menú del día, en algunos casos porque creen que sigue siendo obligatorio. A veces lo esconden o le ponen un precio tan caro que sale más a cuenta elegir platos de la carta. Sus propietarios son tan listillos que creen que están saltándose una ley que ni siquiera existe. Y luego están los que incluyen en el menú platos que no darían de comer ni a sus mascotas.
15. No te permiten compartir el menú del día. Se ve que si comes de menú te están haciendo un favor, así que ni se te ocurra sacar la mano para coger una patata frita del plato de tu pareja, porque puede que haya cámaras grabándote. Pero no, obviamente no existe ninguna ley que diga que el menú es personal e intransferible.
16. Algunos precios se indican por gramos y no por unidad. Hay platos en los que puede ser razonable informar así, pero la carta debe aclarar al menos el peso referente que suelen tener de media y el precio que les correspondería. Y si se trata de una pieza entera, por ejemplo un pescado, puedes solicitar que te la enseñen antes de cocinarla.
17. Cobran por el cubierto. Salvo que la idea sea que los paguen los clientes que quieran llevárselos a casa, es tan ilegal como que te cargasen una cantidad adicional por limpiar la mesa o poner el mantel. En resumen, no puede cobrarse nada que resulte necesario para la prestación del servicio. Y no, lo de que podrías comer con las manos no cuela.
También hay abusos que van a más allá de los precios:
18. El plato de atún tarda tanto que empieces a sospechar que han enviado al cocinero a pescarlo con sus propias manos.
19. El camarero sufre un síndrome de sordera selectiva y no percibe el sonido que producen ciertas combinaciones de palabras como «agua del grifo» o «cambiar los cubiertos».
20. Empiezan a tomarte nota de la comida con la mesa sucia. No falla: once de cada diez veces acabarán sirviéndote los platos sin haberla limpiado.
21. Eres el único sin atender en el local y el camarero sigue sin prestarte atención aunque te acerques a la barra. Necesita colocar antes todos esos platitos, cucharillas y azucarillos, ante el riesgo de que lleguen otros 300 clientes de golpe.
22. Desde que te sirven la bebida hasta que vuelven para tomar nota de la comida te ha dado tiempo a ver en el móvil la última temporada de Juego de tronos. Cada vez que aparece el camarero, se dedica a mirar al horizonte en lugar de a las mesas. Y cuando por fin se da cuenta de que estás levantando la mano, se da la vuelta. Posiblemente pensará que estás llamando un taxi. Lo peor es cuando acaban sirviendo los platos a un ritmo distinto para cada comensal y a tu pareja le ponen el postre mientras a ti todavía no te han servido el primer plato. Y tu comida llega por fin… fría. La solución no siempre es que se lleven el plato para volver a calentarlo. Si habías pedido la carne poco hecha, puede regresar más dura que la suela de un zapato.
23. El plato que te sirven no se parece en nada al de la foto. Y es que las imágenes de la comida que anuncian los restaurantes son como la foto de perfil que algunos amigos cuelgan en las redes sociales (la tuya no, por supuesto). Tienen tantos filtros y retoques que cualquiera diría que las hamburguesas de McDonald´s llevan demasiada carne.
24. Cuando traen la cuenta te dicen que no pueden cobrar con tarjeta porque la máquina se les averió ayer. Es algo que debieron indicar con un cartel, justo donde dicen que admiten el pago con tarjeta, y que el camarero tendría que haberte informado al llegar. Si no llevas suficiente dinero en efectivo, igual tu casa está más cerca que un cajero donde no te cobren comisión. Puedes pedir la cuenta del restaurante para hacerles el ingreso. Aunque igual tienen la desfachatez de insistirte en que salgas a la calle a buscar el dinero… y que les dejes a tu primogénito como señal.
25. Lo que sirven no se lo comerían ni los zombis de The Walking Dead. Hay locales donde la calidad brilla por su ausencia e incluso no tienen escrúpulos para servir alimentos en mal estado, algo que no resolverían ni aunque Alberto Chicote se fuese a vivir con el dueño. Si el plato está incomible o no tiene nada que ver con lo que has pedido, puedes negarte a pagarlo. Y si sufres una intoxicación alimentaria, no dejes de reclamar una indemnización por daños y perjuicios.