Alumnos del instituto El Valle se decantan por la Hostelería
La gastronomía está en auge y en los establecimientos que se dedican a ella, por cada persona que se encuentra en la cocina, se requieren cuatro o cinco atendiendo al cliente en la sala. Así lo indica Francisco Castillo, profesor técnico de Formación Profesional por la rama de Servicio de Restauración, en el instituto El Valle, de Jaén.
El centro educativo presenta dos módulos muy demandados por los estudiantes dentro del área de Hostelería y Turismo, uno se centra en la parte de la cocina, mientras que el otro lo hace en la del servicio y el trato con los comensales de restaurantes y hoteles de alta gama. Este último, de grado medio, es el de Técnico en Servicios de Restauración, presenta una duración de dos mil horas, repartidas en dos cursos académicos, y posee un carácter eminentemente práctico. De hecho, casi veinte de las treinta horas de clase semanales se dedican a la enseñanza de aspectos que los alumnos necesitarán cuando trabajen dentro del sector, como puede ser la manera de servir el vino, cómo cocinar un plato a la vista o cómo hacer un buen café. También se valora mucho el idioma. Para acceder a un puesto de trabajo en un establecimiento con una categoría igual o superior a cuatro estrellas es necesario saber al menos una lengua diferente a la materna, número que asciende a dos si se aspira a ocupar un alto cargo en locales de cinco. A esto hay que añadir que muchos estudiantes deciden trabajar en lugares de costa e, incluso, en el extranjero cuando terminan su formación. Zonas en las que existe mucho turismo.
Los módulos o asignaturas del primer curso se centran por completo en la Hostelería. Los alumnos aprenden a realizar las operaciones básicas de un bar y de un restaurante, adquieren nociones sobre las técnicas de comunicación que se emplean en la restauración y también sobre la seguridad e higiene en la manipulación de los alimentos. A estas materias se le suma el Inglés y la formación y orientación laboral.
Una estudiante agita una coctelera, en la cafetería, en el proceso de elaboración de una bebida. Foto Agustín Muñoz
Cuando los estudiantes acceden al segundo curso, comienzan a profundizar en lo aprendido durante el primer año. Reciben enseñanza sobre las ofertas gastronómicas, los servicios en bares y restaurantes y la empresa. Además de nociones sobre cocina. Otra de las asignaturas destacadas es la relacionada con el vino y su servicio. Los profesores inciden bastante en este aspecto y los alumnos cursan cuatro horas de la materia, que se ampliarán a cinco el curso que viene. En los últimos tres meses del segundo curso, los adolescentes realizan prácticas en empresas del sector.
El instituto cuenta con un servicio de comedor para la comunidad educativa, los miércoles y los jueves, en el que los alumnos ofrecen más de setenta comidas. Ellos son los que se encargan de gestionarlo todo, desde el menú, hasta la organización del trabajo, pasando por la facturación. El objetivo es que aprendan de sus propios errores y se acostumbren a las tareas que harán en el futuro.
salidas. Francisco Castillo asegura que el ochenta por ciento de los alumnos consigue trabajo en la empresa en la que hace las prácticas. Además, el módulo presenta otras muchas salidas, tanto académicas como profesionales. El adolescente tiene la oportunidad de continuar con su formación en otros estudios como, por ejemplo, en el módulo de grado superior de cocina, si así lo desea. Si por el contrario decide adentrarse en el mundo laboral, tiene la opción de buscar empleo en establecimientos hosteleros de prestigio de la capital o viajar hasta otros lugares del país e, incluso, del extranjero. También puede optar a una plaza en la Administración pública (residencias de personas mayores, hospitales…) o apostar por el autoempleo, esto es, abrir su propio negocio. En cualquiera de los casos, estará plenamente capacitado para la labor que se le encomiende.