Su traducción literal es «fiesta de octubre», pero su sentido original la convierte en la celebración más famosa del mundo en torno a una bebida. Desde 1810, esta Volksfest (traducida, «fiesta del pueblo») alemana reúne cada año a más de seis millones de personas. ¿El secreto de su éxito? Aunar diversión y comida para rendir culto a la rubia favorita: la cerveza.
El recinto celebró el miercoles el concierto de Diana Krall y desde su finalización, a las 23:30 de la noche, más de 500 operarios trabajan a contrarreloj para convertir la pista en una gigantesca carpa a imagen y semejanza de las que se colocan en el Theresenwiese de Munich. Para tener todo listo, los 4.500m2 de pista han recibido hoy la llegada de más de 450 mesas y 950 bancos que serán ocupados a lo largo de todo el fin de semana por más de 20.000 asistentes.
Además, se han desplegado metros de lonas viniladas, luces decorativas y un escenario central realizado artesanalmente en madera, para que todos los detalles sean lo más fieles posible a la tradición bávara. En total, serán necesarias 10.800 horas de personal de montaje, y 5.600 horas para el desmontaje, que tendrá lugar una vez que finalicen las cinco sesiones de esta segunda edición de Madrid Oktoberfest.
La gran inauguración tuvo lugar ayer a las 20:00 horas, con la apertura del barril a cargo del ex madridista Bernd Schuster, en un acto conducido por el humorista Miki Nadal.
Desde 15 euros por persona en el Palacio de los Deportes de Madrid (también llamado Barclaycard Center), Paulaner ofrece una experiencia muy similar a la que podríamos vivir en tierras bávaras. Salchichas, codillo, bretzels y otros platos típicos nos acercarán a la cocina alemana y aumentarán nuestra sed. La estrella, cómo no, la cerveza Paulaner Oktoberfest Bier, una modalidad traída desde Múnich especialmente para la ocasión.