Después del gasto en personal, el consumo energético es el capítulo más costoso para un hotel. En un hotel tipo de cuatro estrellas con 250 habitaciones y una ocupación del 55%, gasta, solo en energía, seis euros cada quince minutos, cifra que supone 1.440 euros diarios y más de 200.000 a lo largo del año.
Un sistema de monotorización del hotel puede avisar automáticamente en qué momento es más económico iniciar el arranque de la cocina y la climatización de la piscina, lo que puede suponer un ahorro de hasta un 25%
El gestor del hotel puede observar, a través de un panel muy intuitivo, en qué sectores se concentra el mayor gasto (cocina, ascensores, piscina, gimnasio, parking, lavandería, etc.) y si ese gasto se debe al consumo en gas, luz o climatización.
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El sector turístico, al igual que la mayoría de las actividades económicas, no es ajeno a la situación de crisis que vivimos desde hace más de cuatro años. A pesar de que el turismo está sorteando mejor la coyuntura que otros sectores, todavía necesita recuperarse para estar en plena forma.
Esa recuperación no solo pasa por incrementar el número de pernoctaciones y la ocupación hotelera, sino también por garantizar nuevos ahorros y es ahí donde entra en juego la gestión de la demanda energética en el interior de los edificios en tiempo real, un aspecto inexplorado por el sector turístico y que, sin embargo, reportaría importantes eficiencias.
Primer paso: una necesidad
Después del gasto en personal, el consumo energético es el capítulo más costoso para un hotel. Al consumo generado en cada una de las habitaciones hay que sumar el de la cocina, lavandería, gestión de residuos, iluminación, ascensores y todo el gasto de agua y climatización. Además, si tenemos en cuenta que un hotel está abierto las 24 horas del día, ese consumo se extiende durante gran parte de la jornada, por lo que no solo es intensivo, sino también extensivo en el tiempo.
Sin embargo, para controlar la alta demanda de energía que se consume en un hotel, no basta únicamente con adoptar medidas de ahorro, cuyo cumplimiento sería en todo caso efectivo para el personal del establecimiento, sino que también debemos pensar en los huéspedes que, al no estar en sus respectivos hogares, tienden a prestar menos atención a sus consumos. Esto supone, por tanto, un gasto sobre el que la empresa hotelera tiene un menor control.
Precisamente en este punto es donde los gerentes de hoteles se encuentran un problema que, a su vez, se transforma en una necesidad: la volatilidad en los costes energéticos exige buscar una fórmula que permita reducir la demanda del hotel sin perjudicar el confort y la seguridad de los clientes.
Para conseguirlo, es necesario conocer primero cómo se comporta el hotel desde el punto de vista energético para, a través de esa información, buscar alternativas de consumo que supongan un ahorro.
Segundo paso: anticiparse a los hábitos de consumo
Una vez que tenemos clara la necesidad de conocer los patrones de consumo del edificio para lograr ahorros, surge otra pregunta: ¿cómo lo averiguamos? Las conclusiones sobre cómo consume un hotel dependerán de las características de cada edificio, pero el medio para llegar a esas conclusiones es el mismo: un sistema de gestión de la demanda energética.
La instalación de un sistema de monitorización en el edificio permite analizar, en una primera fase y durante un breve espacio de tiempo, su consumo real, así como las áreas y aparatos que concentran una mayor demanda. Esto supone saber las horas a las que se registran los mayores y menores picos de demanda, información que más tarde será muy útil para presentar alternativas de consumo capaces de generar ahorros.
Para entenderlo mejor, pensemos en un ejemplo muy gráfico. En el día a día de un hotel, el mayor desvío de gasto se puede producir porque la cocina y la climatización de la piscina se encienden a una hora en la que la demanda general de energía es mayor y, por tanto, también son más elevadas las tarifas. Este sistema avisa automáticamente de en qué preciso momento es más económico iniciar ese arranque. Si el hotel suele hacerlo a las ocho, cuando la curva de consumo eléctrico se dispara por el comienzo de la jornada laboral, el sistema le ofrecerá otras opciones, como la de adelantar la operación a las siete o a las seis de la mañana.
Esta anticipación supondría un ahorro considerable en la factura energética final, que en conjunto podría rebajarse en un 25%, aunque ese porcentaje puede variar en función del tipo de consumo: si es agua, electricidad o gas.
Un sistema intuitivo y en tiempo real
Sí, en tiempo real. Aunque pueda sonar a ciencia ficción, es posible medir segundo a segundo en qué áreas y en qué cantidad está consumiendo el hotel o cualquier otro edificio, corrigiendo las posibles desviaciones o consumos anómalos. Hasta ahora, no se había conseguido hacer un seguimiento de la demanda en tiempo real, por lo que las decisiones sobre eficiencia energética siempre se tomaban una vez generado el gasto, con el consiguiente derroche de recursos económicos.
En plena crisis económica, la necesidad de ajustar los servicios hoteleros a una demanda cada vez más exigente ha llevado a los gestores y empresarios a innovar fórmulas de optimización del gasto como el sistema de monitorización de la demanda energética, cuya aceptación va en aumento por razones muy diversas.
Uno de ellos es su carácter intuitivo, ya que un gestor sin conocimientos en los ámbitos de los servicios energéticos y tecnológicos podrá conocer dónde tiene un exceso de gasto en el mismo momento en que se produce. Hasta ahora, la monitorización hacía un seguimiento que, como mucho, se actualizaba cada 15 minutos, lo que en edificios de consumo masivo como los hoteles es un intervalo muy largo. En un hotel tipo de cuatro estrellas con 250 habitaciones y una ocupación del 55%, gasta, solo en energía, seis euros cada quince minutos, cifra que supone 1.440 euros diarios y más de 200.000 a lo largo del año, por lo que es muy importante actuar en tiempo real. En un año puede suponer un ahorro de algo más de 50.000 euros, la cuarta parte del gasto total.
A pesar del mar de cifras, la monitorización de los consumos energéticos de un edificio, un hotel en este caso, no presenta ninguna complejidad. El gestor del hotel puede observar, a través de un panel muy intuitivo, en qué sectores se concentra el mayor gasto (cocina, ascensores, piscina, gimnasio, parking, lavandería, etc.) y si ese gasto se debe al consumo en gas, luz o climatización. El mismo gestor también puede sacar sus conclusiones seleccionando el periodo de tiempo que quiere analizar (una hora, un día, un mes, etc.), lo que sin duda permite tener una fotografía más detallada de cómo está consumiendo el hotel.
Otro de los factores que hace más útil el seguimiento de la demanda del establecimiento es la traducción en tiempo real del coste energético en euros. Esto permite tomar decisiones de gestión con mucha mayor rapidez, ya que no se pierde tiempo calculando el desembolso económico que supone el consumo de una determinada cantidad de kilovatios hora (kWh).
En este artículo ya hemos citado algún dato sobre el ahorro medio que se consigue en un hotel de cuatro estrellas de 250 habitaciones, que precisamente son los hoteles que reúnen las mejores condiciones para la puesta en marcha de sistemas de monitorización, debido a su mayor oferta y consumo. Además, también son los que mejor rentabilizan la inversión realizada en la plataforma de gestión energética que, de media, se suele recuperar en menos de doce meses.
Dado que el seguimiento de la demanda aporta datos sobre el consumo en tiempo real, en el conjunto del sector hotelero la estimación del ahorro asciende a 287 millones de euros anuales, sobre un consumo global de 1.146 millones en los casi 15.000 establecimientos hoteleros españoles. El 45% de ese ahorro se produciría en los hoteles de cuatro estrellas, los que más pernoctaciones registran.
Este ahorro sería especialmente importante en las comunidades autónomas con más peso de la actividad turística en el conjunto de la economía, como son Canarias y Baleares. En ambas, la ocupación hotelera supera de media más del 70% durante todo el año, frente a las comunidades del norte peninsular, con una ocupación que va del 30% al 50%. Sin embargo, el modelo turístico de las diferentes autonomías españolas no es el mismo debido a los condicionantes geográficos y climáticos, por lo que, aunque el ahorro global sea similar, este se concentrará en un tipo de consumo concreto: agua, luz, climatización, etc.
Con los datos a la vista, que han sido confirmados por los casos concretos de hoteles, hospitales o centros comerciales en los que ya se lleva a cabo este tipo de monitorizaciones, cabe esperar un futuro alentador y cada vez más eficiente para el sector turístico de nuestro país.
Carlos Sáez Álvarez
Responsable del Departamento de Gestión Energética e iGreen del Grupo Euroconsult